Singapur, el país más globalizado
El Índice de Globalización 2005, que propone AT Kearney y publicará la edición española de Foreign Policy en el mes de junio, es liderado por Singapur. El índice emplea doce variables que miden la integración económica (comercio e inversión directa extranjera), relaciones interpersonales (turismo y viajes, contactos telefónicos y transferencias), tecnología (usuarios de Internet, hosts y seguridad) y compromisos políticos (organizaciones internacionales, misiones de paz, tratados y transferencias gubernamentales).
Singapur e Irlanda han aprovechado las ventajas de las tecnologías de la información para posicionar el país al frente de la revolución de la sociedad informacional. Han empleado caminos distintos, como explica Manuel Castells en "La era de la información", si bien el resultado es similar. Se trata de economías abiertas, productoras de valor añadido y con una población.
España aparece en el puesto 26. A casi nadie le importa. Pero la amenaza, fantasma o no, está ahí. El otro día el profesor Nathan Rosenberg confirmaba la hipótesis. Si España no aporta valor añadido ninguno lo pasará mal en un planeta cada vez más interdependiente en materia económica, financiera y comercial.
Creo que hemos dejado pasar, una vez más, la oportunidad de subirnos al carro de la modernización del país y echar definitivamente doble candado a la tumba del Cid, como proponía el escritor Joaquín Costa allá por el 98, 1898, claro.
Singapur e Irlanda han aprovechado las ventajas de las tecnologías de la información para posicionar el país al frente de la revolución de la sociedad informacional. Han empleado caminos distintos, como explica Manuel Castells en "La era de la información", si bien el resultado es similar. Se trata de economías abiertas, productoras de valor añadido y con una población.
España aparece en el puesto 26. A casi nadie le importa. Pero la amenaza, fantasma o no, está ahí. El otro día el profesor Nathan Rosenberg confirmaba la hipótesis. Si España no aporta valor añadido ninguno lo pasará mal en un planeta cada vez más interdependiente en materia económica, financiera y comercial.
Creo que hemos dejado pasar, una vez más, la oportunidad de subirnos al carro de la modernización del país y echar definitivamente doble candado a la tumba del Cid, como proponía el escritor Joaquín Costa allá por el 98, 1898, claro.
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