SMS virales
Pero ¿quién usa los SMS para la política? Es complicado determinar el consumo de este nuevo modelo de comunicación, aunque Manuel Castells y otros se han atrevido a publicar un bosquejo. El libro es sumamente interesante; aunque los datos están obsoletos (como siempre en el papel), las tendencias no dejan lugar lugar a dudas: la SMSpolítica está a la orden día.
The Bivings Report ha clasificado el impacto y la potencialidad de los mensajes virales enviados mediante SMS y los resultados son interesantes. No es exclusivo de la política, pero da una idea de por dónde vamos.
Los usuarios diarios de SMS comprenden dos tipos de personas. Las primeras tienen entre 10 y 20 años de edad y las potencialidades son increíbles. El problema es que los usos a los que están acostumbrados se transformarán sustancialmente superada la barrera de la edad. El segundo grupo se refiere a las personas con bajos ingresos o con bajo nivel de acceso a Internet. Es bien conocido el uso como motivador y como elemento organizador de manifestaciones, protestas y revueltas. Queda por ver su peso en la política real. En ambos casos, el uso viral de la red es importante.
Los usuarios ocasionales. Un nutrido grupo emplea el SMS como una herramienta más dentro del espectro tecnológico. No le dan importancia al SMS y no hay posibilidad de utilizar esta tecnología como herramienta viral. Es más probable el rechazo: ¡otro SMS y además publicitario! Un segundo modelo reúne a quienes dan un uso estrictamente profesional al móvil. El SMS tiene una función reportadora de la actividad: he llegado, el cliente ha recibido el pedido, no quedan mercancías, entre otras variables. No hay una renovación viral. Un tercer grupo comprende a aquellas personas que necesitan un medio de comunicación y trabajan en entornos ruidosos. Las obras, las construcciones, los bares o los conciertos son buenos ejemplos. Puede tener una variable viral cuando el SMS se emplea para interactuar: aparecer en la pantalla de un concierto o conseguir una invitación a una copa. Exactamente al contrario aparece aquel que quiere comunicarse en un entorno silencioso, como la biblioteca, el teatro o la celebración de cualquier evento. Estos acontecimientos son limitados en el tiempo y el espacio: no hay viralidad. Por último, el SMS se emplea poco por aquellas personas que demandan información inmediata y precisa. Pensemos en quienes esperan en la parada del autobús.
Los usuarios infrecuentes de SMS tienen precisamente una capacidad media de viralidad. Son aquellas personas que no emplean, por ejemplo, el correo electrónico y usan el teléfono para organizar encuentros. Un uso habitual es el SMS para quedar para cenar, para ir a practicar un deporte o algún acuerdo puntual.
Luego están/estamos el resto. Así, empleamos el SMS para aquello que consideramos útil, pero no necesariamente en forma viral.
Estamos entonces ante un medio viral de masas. Lo dudo. No es imposible, sino improbable. El peso y la gratuidad del correo electrónico sugieren que no habrá un uso masivo e indiscriminado del SMS, sino que se limitará su uso. Este razonamiento no incluye al primer grupo (personas entre 10 y 20 años o aquellos con bajos ingresos), por su peculiaridad socioeconómica.
Por otro lado, está por ver el impacto de las nuevas aplicaciones como twitter o nuevas herramientas como el iphone. No soy amigo de futurologías. Prefiero esperar.
The Bivings Report ha clasificado el impacto y la potencialidad de los mensajes virales enviados mediante SMS y los resultados son interesantes. No es exclusivo de la política, pero da una idea de por dónde vamos.
Los usuarios diarios de SMS comprenden dos tipos de personas. Las primeras tienen entre 10 y 20 años de edad y las potencialidades son increíbles. El problema es que los usos a los que están acostumbrados se transformarán sustancialmente superada la barrera de la edad. El segundo grupo se refiere a las personas con bajos ingresos o con bajo nivel de acceso a Internet. Es bien conocido el uso como motivador y como elemento organizador de manifestaciones, protestas y revueltas. Queda por ver su peso en la política real. En ambos casos, el uso viral de la red es importante.
Los usuarios ocasionales. Un nutrido grupo emplea el SMS como una herramienta más dentro del espectro tecnológico. No le dan importancia al SMS y no hay posibilidad de utilizar esta tecnología como herramienta viral. Es más probable el rechazo: ¡otro SMS y además publicitario! Un segundo modelo reúne a quienes dan un uso estrictamente profesional al móvil. El SMS tiene una función reportadora de la actividad: he llegado, el cliente ha recibido el pedido, no quedan mercancías, entre otras variables. No hay una renovación viral. Un tercer grupo comprende a aquellas personas que necesitan un medio de comunicación y trabajan en entornos ruidosos. Las obras, las construcciones, los bares o los conciertos son buenos ejemplos. Puede tener una variable viral cuando el SMS se emplea para interactuar: aparecer en la pantalla de un concierto o conseguir una invitación a una copa. Exactamente al contrario aparece aquel que quiere comunicarse en un entorno silencioso, como la biblioteca, el teatro o la celebración de cualquier evento. Estos acontecimientos son limitados en el tiempo y el espacio: no hay viralidad. Por último, el SMS se emplea poco por aquellas personas que demandan información inmediata y precisa. Pensemos en quienes esperan en la parada del autobús.
Los usuarios infrecuentes de SMS tienen precisamente una capacidad media de viralidad. Son aquellas personas que no emplean, por ejemplo, el correo electrónico y usan el teléfono para organizar encuentros. Un uso habitual es el SMS para quedar para cenar, para ir a practicar un deporte o algún acuerdo puntual.
Luego están/estamos el resto. Así, empleamos el SMS para aquello que consideramos útil, pero no necesariamente en forma viral.
Estamos entonces ante un medio viral de masas. Lo dudo. No es imposible, sino improbable. El peso y la gratuidad del correo electrónico sugieren que no habrá un uso masivo e indiscriminado del SMS, sino que se limitará su uso. Este razonamiento no incluye al primer grupo (personas entre 10 y 20 años o aquellos con bajos ingresos), por su peculiaridad socioeconómica.
Por otro lado, está por ver el impacto de las nuevas aplicaciones como twitter o nuevas herramientas como el iphone. No soy amigo de futurologías. Prefiero esperar.
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