miércoles, octubre 11, 2006

Libertad para todos y abdicaciones

Tener que soportar que cuatro gatos (esta vez de verdad) te impidan manifestar tu opinión es un síntoma de retraso democrático. Es un síntoma más de la decadencia política que vive España. El todo vale, la mentira, la infamia, la calumnia y la violencia se arrojan a la esfera pública sin que el árbitro intervenga. ¡Basta ya!

Estamos cediendo el liderazgo de la sociedad a aquellos que no quieren escuchar a la diversidad y que, sin embargo, sobreviven gracias a ésta. La diversidad no consiste en ser progre y decir que la Campaña del Milenio mola, sino en defender a quienes están indefensos y, en general, tratar igual a lo iguales... y desigual a los desiguales.

Estoy harto de escuchar que la diversidad y el respeto son las bases de la democracia. Deduzco que de la democracia con apellidos: democracia internosequé, democracia para minorías, democracia pluralnacionalistanosequé, etcétera. Yo no quiero democracia con apellidos, porque entonces me echo a temblar. Me parece una vuelta a la ley del colmillo.

Mi admirado Alexis de Tocqueville recordó siempre que la democracia no es una forma de Estado (eso lo tenemos), sino una forma de sociedad (lo que carecemos). A ver cuándo diversidad empieza a significar respeto al contrario, aceptación de las reglas del juego y rechazo absoluto a la violencia, cualesquiera sea su uso o justificación.

Urgente: Hay que leer a Ignacio Camacho en su artículo de hoy: http://www.abc.es/20061011/opinion-firmas/
estado-polvorosa_200610110244.html