Lecciones de ética periodística por Judith Miller.
Vía Guerra Eterna, descubro una cita que no puede ser cierta.
Judith Miller: I'm worried about bloggers. (A post) starts as a rumor and within 24 hours it's repeated as fact (cita original aquí).
Y no digo yo que no le falte razón, pero que esta mujer nos dé clases de ética… pues no traga.
Recordando un poquito quién es la Miller, descubrimos que era una reportera estrella de The New York Times y ganadora de un premio Pulitzer en 2002. Fue autora de decenas de artículos que confirmaban la existencia de armas de masiva en Iraq, de acuerdo con la teoría defendida por la Administración Bush. Se conocía que la periodista tenía excelentes contactos con la Casa Blanca y con la disidencia, sobre todo con Ahmed Chalabi, quienes le filtraban nombres, datos, fechas y toda clase de elementos para su argumentario.
La Miller representa la caída del periodista estrella, aquél cuyo solo nombre infunde autoridad. No necesita atribuir fuentes o declaraciones, porque está muy bien conectado con las esferas de poder y tiene eso que llaman credibilidad. A pesar de su gran experiencia, cometió un error de primeriza: no contrastó la información con una segunda fuente y dio por válido todo aquello que procedía de las fuentes oficiales: conexiones con Al Qaeda, camiones laboratorio, compra de materiales, etcétera. En tiempo de guerra, actuó como propagandista antes que como informadora. Creyó que no le engañarían y confió sus escritos a la voluntad de los filtradores en vez de contrastar la información con otras personas ajenas a las posiciones republicanas. La entrada en prisión en 2005 por negarse a revelar determinadas fuentes y la defensa de la libertad de expresión no pueden ocultar la sucesión de errores por parte de la periodista y de concesiones arbitrarias del editor y el director. Su salida del diario en noviembre de 2005 no dejó indiferente a casi nadie.
Maureen Dowd, columnista estrella del diario y azote de los republicanos, cargó contra ella y la llamó Woman of Mass Destruction por haber puesto en peligro la credibilidad de la Dama Gris. The New York Times, por segunda vez en menos de 18 meses, tuvo que disculparse ante su audiencia, reconocer los errores y aclarar las inexactitudes.
Pues eso. Que los bloggers, y no sólo los periodísticos, no han inventado nada. Mezclan información y opinión, pero al menos sabemos quién está detrás.
Lo peor de todo... que yo también me tragué su versión de mártir de la información. Si es que no conviene fiarse de determinadas divas...
Judith Miller: I'm worried about bloggers. (A post) starts as a rumor and within 24 hours it's repeated as fact (cita original aquí).
Y no digo yo que no le falte razón, pero que esta mujer nos dé clases de ética… pues no traga.
Recordando un poquito quién es la Miller, descubrimos que era una reportera estrella de The New York Times y ganadora de un premio Pulitzer en 2002. Fue autora de decenas de artículos que confirmaban la existencia de armas de masiva en Iraq, de acuerdo con la teoría defendida por la Administración Bush. Se conocía que la periodista tenía excelentes contactos con la Casa Blanca y con la disidencia, sobre todo con Ahmed Chalabi, quienes le filtraban nombres, datos, fechas y toda clase de elementos para su argumentario.
La Miller representa la caída del periodista estrella, aquél cuyo solo nombre infunde autoridad. No necesita atribuir fuentes o declaraciones, porque está muy bien conectado con las esferas de poder y tiene eso que llaman credibilidad. A pesar de su gran experiencia, cometió un error de primeriza: no contrastó la información con una segunda fuente y dio por válido todo aquello que procedía de las fuentes oficiales: conexiones con Al Qaeda, camiones laboratorio, compra de materiales, etcétera. En tiempo de guerra, actuó como propagandista antes que como informadora. Creyó que no le engañarían y confió sus escritos a la voluntad de los filtradores en vez de contrastar la información con otras personas ajenas a las posiciones republicanas. La entrada en prisión en 2005 por negarse a revelar determinadas fuentes y la defensa de la libertad de expresión no pueden ocultar la sucesión de errores por parte de la periodista y de concesiones arbitrarias del editor y el director. Su salida del diario en noviembre de 2005 no dejó indiferente a casi nadie.
Maureen Dowd, columnista estrella del diario y azote de los republicanos, cargó contra ella y la llamó Woman of Mass Destruction por haber puesto en peligro la credibilidad de la Dama Gris. The New York Times, por segunda vez en menos de 18 meses, tuvo que disculparse ante su audiencia, reconocer los errores y aclarar las inexactitudes.
Pues eso. Que los bloggers, y no sólo los periodísticos, no han inventado nada. Mezclan información y opinión, pero al menos sabemos quién está detrás.
Lo peor de todo... que yo también me tragué su versión de mártir de la información. Si es que no conviene fiarse de determinadas divas...
<< Home